Peter Pan 2.0 (Continuación)
Pasan los días y sigues sin aparecer, no has vuelto a aparecer
por mi ventana como aquella noche. Cada noche me asomo a la ventana a la misma
hora a ver si estás ahí. Pero sigo sin ver tu sonrisa huidiza destacar en la
oscuridad de la noche. Ya ha pasado una semana y sigues sin volver, así que yo
ya no me molesto en asomarme al balcón. Hasta que, hace ya dos noches, volviste
a tocar mi ventana. Estaba sentada sobre mi cama con mi laptop entre las piernas, y con una botella de agua fría entre las
manos intentando pensar unas cuantas líneas con las que rellenar mi pequeña
pantalla blanca e iluminada. Hasta que empezó a sonar algo en mi ventana.
Sonaba con rapidez, fuerza y mucha insistencia. Así que me levanté a ver qué
ocurría. Abrí la ventana y me asomé, no había nadie. Aproveché y salí a tomar
el aire. Me apoye en la barandilla y dejé que el aire me hiciera cosquillas en
las mejillas. Cuando menos me lo esperé, alguien se puso detrás de mí y me tapo
los ojos. Me giré y te vi con tu sonrisa huidiza, y tus brillantes ojos verdes
mirándome fijamente. Bajé un poco más la vista y pude ver que sostenías un
pequeño ramo de hortensias azules entre las manos. Te volví a mirar
impresionada. << ¿Cómo sabías que son mis preferidas?>> te pregunté
hipnotizada, sosteniendo el pequeño ramo de hortensias azules entre mis manos.
<< ¿Cómo no iba a saberlo siendo tu mejor amigo, Nash? Ya sabes que te
conozco mejor que nadie en esta ciudad.>>, me dijiste con los brazos
cruzados y un poco molesto. <<Ya lo sé, Ari, ya lo sé…>>. Te miré
con una sonrisa tímida en los labios. <<Espérame, voy a ir a ponerlas en
agua, no quiero que se estropeen>>, te dije. Volví a meterme a mi
habitación a por un jarrón de color lila pálido que usaba como portalápices que
había encima de mi escritorio al lado de un viejo joyero y un marco de fotos
con una foto de Ari conmigo. Cogí el jarrón y fui al baño a rellenarlo y
ponerle las flores. Cuando entré de vuelta a mi habitación, encontré a Ari
curioseando una vieja y desgastada libreta de tapa blanda negra. Dejé el jarrón
con las hortensias al lado del viejo joyero. Me acerqué a ti y te dije:
“- ¿Ari?
-
¿Sí, Nash?
-
¿Quién te
ha dado permiso para entrar a mi dormitorio y curiosear mis relatos en vez de
quedarte en el balcón esperándome?
-
Nadie,
pero ya sabes que no puedo resistirme a leer tus relatos cuando escribes uno
nuevo.
-
Lo sé,
Ari, pero hay una cosa muy útil que se llama <<pedir permiso>>.
-
Bueno pues
te pido permiso ahora, Nash, ¿puedo leer tu relato nuevo?
-
Déjame que
lo piense. – me puse un dedo en la barbilla, y miré hacia arriba como si de
verdad me lo estuviera pensando. – No
-
Lo sabía.”
Te reíste y dejaste el
cuaderno en mi escritorio. <<Escribirás algún día sobre mí ¿no?>>. <<Si claro que
sí, mi querido amigo, claro que sí>>. Salimos al balcón y te subiste a la
barandilla del balcón. Me diste la mano y me dijiste: <<Ven, quiero
mostrarte algo.>>. Me subí a la barandilla, y te sujeté la mano. Me
preguntaste: << ¿Lista?>>. <<Yo siempre estoy lista,
Ari>>, te dije. Y saltamos de la barandilla, sentí la mano de Ari
fuertemente apretada a la mía al saltar. <<Cierra los ojos Nash, no le
quites la emoción al asunto ¿vale>>. Cerré los ojos y dejé que me guiaras
por las calles. Seguía teniendo los ojos cerrados, cuando tocamos tierra firme.
<<No abras los ojos aún ¿entendido>>. Asentí la cabeza en señal de
respuesta. Note hierba bajo mis pies. Estábamos en un parque, de eso estaba
segura. Sentí que la mano de Ari se desprendía de la mía. Ari se puso detrás de
mí, y me dijo: <<Ahora sí, abre los ojos>>. Abrí los ojos poco a
poco, esperando que mis ojos se acostumbraran a la luz. Cuando ya pude ver con
claridad, me quedé asombrada por lo que vi. Estábamos en el Retiro, en la
Rosaleda. Esta estaba iluminada por un pequeño farolillo que había encima de
una mesa, la mesa estaba con un mantel rojo (mi color preferido), y encima de
ella había un paquete envuelto en un papel de regalo negro, decorado con un
trabajado lazo blanco. Al lado de la mesa había dos pufs, una lona blanca, un
proyector y una caja llena de dulces. Me giré, te miré y me dijiste:
“-Feliz cumpleaños, Nash.
-
¿Por qué
has hecho todo esto solo por mí?
-
Porque
eres mi mejor amiga, porque es tu cumpleaños, porque eres la mejor y como nunca
habías estado en un cine al aire libre pensé que te gustaría.
-
Esto es…
asombroso, Ari. Gracias”
Y te abracé. Miré a mi
alrededor, era todo tan bonito, tan perfecto. No podía creérmelo. Me miraste y
luego miraste el regalo que había sobre la mesa. Me fui hasta el, y lo cogí con
cariño. Empecé a desenvolver el regalo con cuidado. Era un sobre amarillento
cerrado con un sello de lacre negro con la imagen de un pájaro y en la otra
parte del sobre se encontraban mi nombre y apellido escritos en una bonita
caligrafía de tinta negra. <<Nash
Lancrew>> ponía en el sobre. Y junto a él se encontraban una libreta
con el título de << Las historias
invisibles de una chica más>> y una pluma de tinta negra. Te miré y
con una sola mirada me dijiste <<Abre el sobre, te sorprenderás>>.
Abrí el sobre, y saqué su contenido. Una pequeña foto vieja, sacada con una
polaroid antigua, en la que salíamos tú y yo con la nariz manchada de helado
con 8 años; y una carta doblada que ponía <<Para mi mejor amiga>>.
Desdoblé la carta y me dispuse a leerla:
“Querida Nash:
Hoy, día 17 de julio, cumples 15 años. Una edad estupenda. Hace ya, 9
años, desde que te conocí en el colegio. Desde entonces se me hace imposible
imaginar una vida en la que no te encuentres tú. Me has oído decir locuras,
barbaridades, sandeces… y aun así me sigues queriendo. Puede que no sea la
persona más detallista, ni la más inteligente, ni la más cuerda, ni la más
observadora. Pero si quiero que tengas
una cosa presente. Eres mi mejor amiga. Te quiero. Sería capaz de mover cielo,
tierra y agua solo para hacerte sonreír. Sería capaz de enfrentarme a todo el
mundo, con tal de protegerte. Haría todo lo que estuviera en mi mano para que
fueras feliz. Algún día escribirás historias muy buenas y yo estaré ahí para
disfrutarlas contigo. Eres la mejor.
Te quiere,
Ari Valdez”
Sentí las
lágrimas en los ojos, a punto de rodar por mis mejillas. Y viniste a abrazarme.
<<Shh, vale, vale, ya sé que soy fantástico, pero no hace falta
llorar>>. Me reí. Y desde ahí ya no recuerdo mucho más de esa risa y una
noche de películas al aire libre.
- R-Girl
me emocioné. de verdad. me encanta como escribes, no dejes de hacerlo
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