Peter Pan 2.0
Fuiste la sonrisa fugaz que vi
por la noche y que se desvaneció con el calor de la mañana. La que dejo su
huella en mi memoria. Fuiste la risa que soy incapaz de olvidar y que resuena
en mi cabeza como una melodía pegadiza. Fuiste la persona más extraña que paso
por mi lado. Te posaste una noche, a las 11:10, en el balcón de mi ventana, me
sonreíste de manera huidiza y me hiciste un gesto para que te abriera la
ventana. Dejé mi ordenador a los pies de la cama y me levanté. Te miré a esos
hondos ojos verdes, y finalmente te abrí la ventana. Me sonreíste y agarrándome
de las manos me sacaste al balcón. Recuerdo mirarte y oírte decir: <<
Algún día, tú iras por todo el mundo escribiendo historias sobre los lugares
que visitarás, y yo estaré siempre ahí para lo que necesites, ¿te parece
bien?>>. Lo dijiste con la mirada perdida, sin mirar a ninguna parte en
particular. Me di la vuelta y con atención, miré mi pequeña ciudad iluminada.
<<Me parece que no es un mal plan>> te dije. Te reíste y gritaste
haciendo un megáfono con las manos: << ¡El mundo será nuestro!>>.
Te miré y te imité. << ¡El mundo será solo nuestro!>> dije
apoyándome en la gruesa y sucia barandilla. Te giraste, me miraste, y te
subiste a la barandilla. Empezaste a hacer acrobacias sobre la barandilla,
Caminaste sobre ella como si fuera la plancha de un barco pirata de película
antigua, empezaste a bailar claqué sobre ella. Finalmente, como una especie de
número final de un espectáculo, te inclinaste haciendo una reverencia, y te
dejaste caer hacia atrás. Me asustaste. Me asomé a la barandilla asustada. Y de
repente apareciste flotando con una sonrisa huidiza. Llevabas una camiseta de
cuello de pico gris, unos vaqueros rotos, y unas viejas Vans blancas
desgastadas aquella noche. Flotabas, no sé cómo, pero flotabas. Me dejaste
boquiabierta. Me ofreciste una mano para que me uniera a ti. La cogí y me
ayudaste a subirme a la barandilla. Me puse de espaldas, abrí los brazos, cerré
los ojos y me dejé caer. Pude notar mi cabello ir hacia arriba y rozar mis
mejillas. Cuando los volví abrir, me encontré sujetando tu mano y sobrevolando
por las calles de Madrid. Sobrevolamos juntos desde la Gran Vía hasta las
afueras de la ciudad, haciendo piruetas y bailando en el aire. Fue una
sensación asombrosa sentir el frío de la noche rozando mis mejillas. Era tan
maravillosa esa sensación que te recorría el cuerpo. Volvimos antes del
amanecer y nos sentamos juntos en la barandilla de mi balcón para ver como
amanecía sobre las calles de Madrid. Te levantaste y te pusiste encima de la
barandilla, preparado para irte. Te miré a los ojos y te pregunté <<
¿Volverás?>>. Me devolviste la mirada y con una sonrisa tímida en los
labios y las manos metidas en los bolsillos me dijiste: << No te
preocupes, Nash, siempre volveré a por ti. Siempre>>. Y en ese momento,
te desvaneciste tan rápido como habías aparecido. Y yo, yo me quedé observando
las luces de diferentes colores que iluminaban la ciudad.
R-Girl
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